El tema de escribir en las paredes es mucho más viejo que la civilización, desde los orígenes el ser humano ya lo estaba haciendo para expresar algo, para contar historias, no para hacer un daño. Así empezamos a comunicarnos.
El grafiti como expresión política empezó a usarse desde la antigua Roma donde ante la ausencia de la posibilidad de comunicarse como sociedad, escribir de manera clandestina en los muros, era casi la única forma de hacer una oposición política.
Es en los últimos 30 – 40 años, donde empieza a volverse una expresión artística, ya no se trata simplemente de demostrar un desacuerdo.
Esta expresión artística nace muchas veces de la necesidad de un sector en la ciudad de decir “Ey, existo, aquí estoy”. Es por eso que muchos de los primeros grafiteros en Estados Unidos, usaban su dirección como su firma, era una forma de reconocimiento, de decir “nos están ignorando y aquí estamos”.
Lo que estamos viendo crecer hoy en Medellín es arte, ya no es simplemente la firma sino que se ven expresiones que para muchos son una forma de embellecer la ciudad, de cualificar el espacio público.
Cabe aclarar que no todas las expresiones artísticas que vemos plasmadas en las paredes son grafitis, este es solo una de ellas. Existen el muralismo, el esténcil, los posters, stickers y muchos más.
En el mundo después de unas tres o cuatro décadas en que el fenómeno ha crecido, hay varias ciudades que se han vuelto referentes, porque después de luchar contra esto reprimiéndolo, ya se han entendido que esa no es la manera y lo están incorporando en sus dinámicas culturales, artísticas, turísticas, de desarrollo económico y de imagen de ciudad. Algunas de ellas son Miami, Berlín, Taipei y Melbourne, donde es la misma autoridadla que adecua estos espacios para la expresión de los artistas gráficos urbanos.
En Medellín está creciendo esta expresión artística desde los años 80’s cuando empieza a llegar el hip hop a la ciudad, pero Medellín en los 80’s y 90’s era una ciudad donde expresarse era miedoso, entonces eso atrasó un poco el movimiento del arte gráfico en el espacio urbano.
Desde los años 2000 empieza a llegar con fuerza a Medellín en algunos barrios como San Javier, Manrique, Aranjuez, Belén y el Poblado. Después de los años del miedo y del terror, haber recuperado como ciudad la posibilidad de expresarnos “abierta y libremente”, es una consecuencia de todo el esfuerzo que hemos hecho para pasar del miedo a la esperanza.
Si bien la ciudad no cuenta con un buen censo, un inventario de los artistas y de los muros que ya están intervenidos, se estima que hay más de 200 y más de 40 colectivos. Esta es una tarea que tenemos, hacer un buen censo por territorio.
En la alcaldía pasada, por el liderazgo de la primera dama, el tema cogió más fuerza, hubo un apoyo directo, pero esto no puede depender del interés de una persona, esto debe ser un tema de ciudad.
La administración pasada tuvo numerosos programas, particularmente Medellín se Pinta de Vida ha permitido consolidar ciertos movimientos, igualmente la institución Metro ha sido una de las que más ha apoyado el movimiento en Medellín y lo ha ido asociando a proyectos de ciudad tan importantes como el Tranvía de Ayacucho, pero también vemos en muchas de las columnas de la Línea A y la Línea B, cómo se han abierto estos espacios para la expresión de los artistas. Fíjense que tal vez el Metro ha sido uno de los más afectados por el “grafiti clandestino” cuando se le han metido, y el Metro lejos de enojarse o de cerrarle las puertas al arte, las sigue abriendo.
Aunque no esté en el discurso de ciudad aún, desde la alcaldía, el Metro y actores privados han estado apoyando a los artistas, entonces no podemos tener un doble discurso de que nos sirve mucho para embellecer el corredor de Ayacucho y el Metro, pero por otro lado le estamos dando bolillo por debajo. Necesitamos ser coherentes con eso.
Desde el 2014 el tema de las artes gráficas en el espacio público, entra a las becas y estímulos de arte y cultura, pero en cuatro años hemos dado 130 millones de pesos, es poco aún, pero un logro interesante es que se crean las Mesas del Grafiti y con esto ya se tiene una ruta definida de los permisos que hay que sacar para hacer una intervención.
Algunos problemas que encontramos son que en el 2016 hubo una ruptura de procesos institucionales, la subvaloración del proceso creativo de los artistas. No hay presupuesto específico para las artes gráficas en espacio público más allá de los estímulos, ni una estrategia definida por la alcaldía y finalmente, también tenemos un vacío en cuanto a la gestión de la información.
Pero por parte de los artistas también ha habido algunas fallas. No están bien organizados, tienen que trabajar juntos como actores políticos para ser escuchados y poder exigir. Hay que trabajar como movimiento y no cada uno por su lado.
Es necesario que las mesas de grafiti existentes, se sienten a construir una visión de ciudad, ¿Qué quiere hacer la ciudad con el arte en el espacio público?, ¿hacia dónde vamos?
Otra problemática delicada es cómo la sociedad ve al artista y cómo la policía ve al artista. Seguimos pensando que alguien con un aerosol es un vándalo o un criminal, un delincuente. Esa no puede ser la visión.
Tenemos que ver el arte urbano como una oportunidad en procesos sociales, para el turismo y como desarrollo de capacidades artísticas.
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