Me despido del Concejo de Medellín.
Con emoción decido dar un paso al frente y aspirar a la Cámara de Representantes por Antioquia.
Vine al Concejo de Medellín por primera vez, como urbanista, en 2014. Me senté a escuchar una discusión que era importante para mí: en qué iba a ser destinado el POT de la ciudad. Los escuché durante varios días con el interés de comprender cómo se tomaban las decisiones en el municipio, pero sentí que acá no decían todo lo que yo quería decir. Recuerdo que, cuando hablaron de Asuntos Varios, un concejal se refirió a un caso de violencia alrededor del estadio, concluyendo con una propuesta que me asustó: “Hay que cerrar el estadio para erradicar a todos esos vándalos”. En ese momento entendí que, si quería defender la visión de ciudad que venía elaborando con mis colegas, desde la academia y el activismo, tendría que participar en política: -¿Por qué no yo? -me pregunté.
Desde ese momento empecé a trabajar para llegar al Concejo en búsqueda de una ciudad más sostenible, diversa y creativa. Me arriesgué y lo logré en compañía de un equipo excepcional, a través de una campaña históricamente austera, demostrando así que la política es para todos. Demostramos a los medellinenses que el conocimiento académico tiene mucho por aportar al debate político; demostramos que el activismo ciudadano es una escuela de participación política honesta que refresca la democracia.
Debo decir que, tras seis años, esta experiencia me ha transformado. Cuando llegué al Concejo tenía un apartamento y un carro; hoy tengo el mismo apartamento y una bicicleta eléctrica, pero muchas enseñanzas conmigo. He aprendido del debate público, he aprendido de la democracia, he aprendido a estar en desacuerdo y a construir desde la diferencia. Todo ello sin renunciar a mis principios y por eso cada noche, pese a las dificultades, logro dormir con la satisfacción y el orgullo de haber trabajado con coherencia por el bien de Medellín. Con ese orgullo celebro que la ciudad también se haya transformado: hoy tenemos más ciclorrutas, más espacio verde, más líneas de transporte público; hoy tenemos políticas públicas de cultura ciudadana, de compras públicas sostenibles, de arte urbano, de equidad de género; hoy tenemos un plan metropolitano de acción por la calidad del aire, nuevos distritos creativos y una apuesta firme por los emprendimientos creativos y culturales; hoy tenemos una mejor implementación de la política pública LGBTI, un enfoque radicalmente diferente del barrismo y una mejoría en los indicadores de seguridad vial. En todos estos avances puedo decir, sin falsa modestia, que jugamos un papel importante.
Digo “jugamos” porque este ha sido un ejercicio colectivo y mi mayor satisfacción es la de haber conformado un equipo de alto nivel técnico y enormes aptitudes humanas. Por lo tanto, quiero agradecer sobre todo como ciudadano a Pilar, María Alejandra, Luz Adriana, María Eugenia, Alexandra, Carolina, Mariana, Ángela, Cielo, Doña Mónica y las tres Julianas; también a David, los Danieles, César, Mateo, Wilmar, Juan David, Camilo, Juan Miguel, Felipe, Emmanuel, Federico, Silvio, Juan Manuel, a don Edgar y a los Juan Pablos.
Pero un ejercicio de seis años también nos ha demostrado los límites que tiene este escenario. En medio de las crisis ambiental, social e institucional que vivimos, he tomado consciencia de que hay temas que deben ser abordados desde una escala superior de la democracia. La protección de nuestros recursos hídricos y de nuestra biodiversidad requiere, con urgencia, de políticas nacionales; la defensa de los derechos de sectores históricamente marginados por su género, como las mujeres y la población LGBTI, requiere de más compromiso y voces firmes desde lo regional a lo institucional; los cambios en la Policía Nacional y en la fallida política de lucha contra las drogas son prioritarios. Además, debo decirlo, el reciente estallido social puso en evidencia, entre tantas cosas, el clamor de un pueblo que exige una renovación política que debe empezar desde el interior del Congreso de la República.
Decido dar un paso al frente pues considero que estoy capacitado para aportar a un cambio en la política nacional; un cambio de prioridades, de tonos en el discurso; un cambio de las formas tradicionales en las que se ejerce el servicio público. Porque creo que Medellín y Antioquia necesitan una nueva generación de ciudadanos con consciencia política que envíen un mensaje de esperanza, de respeto, de construcción colectiva, de reconciliación; esto es, de verdadera democracia. Pues bien: quiero poner mi experiencia y mi trabajo al servicio de esas causas como Representante a la Cámara por mi departamento.
Quiero decir, desde Antioquia, que si no cuidamos el agua vamos a perder lo mejor de nuestra potencia vital, que si no apoyamos decididamente la cultura vamos a quedarnos mudos, que si no escuchamos activamente a las juventudes y sus numerosas expresiones sólo conseguiremos generar más exclusión, que si no cambiamos nuestra forma de concebir la masculinidad vamos a seguir atropellando a las poblaciones vulnerables, que si no valoramos la cultura de fútbol nuestros jóvenes barristas serán más discriminados y marginalizados… Quiero decir, desde Antioquia, que no podemos pensar en construir futuro con rencor, miedo y mentiras; ese camino ya lo hemos explorado y de él solo sale sangre. Quiero decir, desde Antioquia, que tenemos que defender con asiduidad las libertades individuales; pero también diré siempre que la libertad, sin solidaridad, es un camino que lleva a la injusticia.
Gracias a las personas que me han acompañado en esta aventura vital, a mis familiares: mi exnovia y mis amigos, por sus esfuerzos y sacrificios, por sus dádivas de amor y coherencia, para construir este sueño colectivo. Gracias a los ciudadanos y funcionarios que, con sus propuestas, sus denuncias y sus críticas me ayudaron a hacer una mejor labor. Gracias a mis colegas, quienes me brindaron su amistad y con quienes sostuve debates respetuosos cada día; les pido que cuiden de nuestra ciudad y que recuerden que su compromiso es con ella y con su gente, no con los partidos y los intereses personales. Gracias a todos los empleados del Concejo: gracias a Amalia, Marta, Deisy, Claudia y todas las señoras de la cafetería que siempre tuvieron la más bonita disposición de ayudarnos; gracias a las abogadas: Juanita, Carmen y Gloria, por la asesoría permanente y la colaboración con sus equipos; gracias a Don Libardo, Don Raúl, Don Javier, Esteban y todos los trabajadores que se encargaron de que pudiéramos cumplir nuestra labor con los recursos técnicos necesarios. Gracias a Claudia Patri, a mi sargento Trespalacios y al personal de seguridad.
Gracias a Medellín por darme esta oportunidad y les pido que renueven su voto de confianza en mí: demos un paso al frente.
Daniel Carvalho Mejía
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